Las tarjetas monedero: ¿Cambio de modelo o perpetuación de las “colas del hambre”?

Llevamos varias semanas con cierto revuelo en el marco de las ayudas alimentarias del Programa Básico FSE+ y hoy queremos pasar a comentar el siguiente artículo, por la relevancia de su autoría (los colegios de trabajadores sociales de Cádiz, Huelva y Málaga) e ir un paso más allá respecto de otros artículos aparecidos en medios que se quedan en un nivel más de hacer ruido.  El título que usamos en el post de hoy es justamente el del artículo que queremos comentar y sin duda no invita a la indiferencia. Por ello, desde nuestro humilde conocimiento del sector desde hace más de 5 años, vamos a mojarnos y posicionarnos con respecto a este titular y el contenido del artículo. Te invitamos a seguir leyendo y descubrir la opinión de Gabriel Ramas, nuestro CEO. 

Las Tarjetas Monederos: ¿Cambio de modelo o perpetuación de las “colas del hambre”?

Pues aquí, en Coometas, pensamos que no todo ha de verse como blanco o negro, o que más bien no se trata de ser una cosa u otra. Vayamos por partes.

Por un lado, sin duda es un cambio de modelo: se pasa de entregar alimentos en especie a entregar tarjetas monedero o bonos que se pueden canjear en tiendas o supermercados. El cambio de modelo es evidente y, hasta aquí, poco más que añadir.

Por otro lado, creemos que es un nuevo modelo que busca hacer más dignas y eficientes las entregas de ayuda alimentaria. Que una persona beneficiaria directamente pueda conseguir en tienda los productos de su elección, en lugar de cajas o bolsas en el centro social, a priori, es más digno para la persona (puede adquirir los productos que necesite como cualquier otro cliente en situación normalizada) y más eficiente para la entidad (no hay que recepcionar, almacenar, entregar productos etc…). Pero ojo, el nuevo modelo también tiene sus limitaciones y deficiencias y está lejos de la solución ideal, que realmente pasaría por que existiera un Estado del Bienestar que no dejara a nadie en una situación de tener que acudir a un centro social. Partiendo de esta evidencia de puro sentido común, proponemos centrar el debate en saber si este nuevo modelo realmente “perpetua las colas del hambre” o si mejora el anterior modelo de entregas en especie. Aquí está a nuestro parecer el debate de verdad. Todo lo demás, a día de hoy, es ruido que nos aleja de la realidad y sobre todo de lo más importante, que es avanzar en el marco de la acción social. En cuanto a lo de poner “perpetuación de las colas del hambre” directamente en el titular, lo encontramos muy atrevido y que puede inducir a una imagen algo sesgada de la realidad, esto sin querer restarle validez al artículo que está bien trabajado. Os propongo comentarlo más en profundidad.

Primer argumento del artículo: El programa deja a muchas personas sin atender

Una de las principales polémicas y argumentos en contra de este nuevo modelo es que “deja a muchas personas sin atender”. Esto es cierto, pero si nos fijamos en el anterior modelo FEAD con entregas en especie, el presupuesto también era limitado (de hecho, bastante menor) y muchas personas necesitadas también se quedaban fuera del mismo. Es decir, estamos ante una situación parecida, lo que pasa que ahora se ha hecho una priorización de usuarios beneficiarios en base a un criterio y es que primero se ayude a las familias con menores a cargo. Esta restricción, que a nuestro parecer tiene lógica desde un punto de priorización de recursos por grado de vulnerabilidad, sí es cierto que puede tener sus dificultades en cuanto a la gestión, para los servicios y entidades sociales, ya que ahora no se puede agotar el presupuesto con las personas que te van llegando una a una, sino que tiene que discriminarse a quién se le puede dar una ayuda u otra, y eso puede tener sus complicaciones. Dicho esto, los fondos estatales de este programa son una parte de todas las ayudas sociales que se entregan en la acción social y se complementan con otras partidas presupuestarias que tienen las entidades a nivel local, regional o privado.

Segundo argumento: El acompañamiento a las personas necesitadas

El artículo incide en una cosa fundamental de lo que se propone con este nuevo modelo y en lo que estamos muy de acuerdo:

El FSE+ conlleva un cambio de modelo de provisión de alimentos y/o asistencia material básica, dejando la entrega directa de alimentos, pasando a implementarse a través de un sistema de prestación indirecta, la tarjeta monedero. Se indica que la modalidad de reparto de alimentos “debe reorientarse hacia modelos de acompañamiento integral que incorporen la cobertura de necesidades básicas y no a la inversa”. Es más, el cambio de modelo se debe apoyar en “sistemas que promuevan la normalización, la autodeterminación de las personas, la garantía del cumplimiento de sus derechos y su dignidad.”

Este cambio en el modelo propuesto, coincide con el diagnóstico que nuestra profesión realiza del FEAD, donde las medidas de apoyo a las familias vulnerables han supuesto una estigmatización de la población y un retorno del Sistema Público de Servicios Sociales a su versión más primitiva de beneficencia. Siendo además visible que, sin la implementación de una intervención realizada de forma paralela por una persona profesional, no existen partidas presupuestarias capaces de solventar el problema de pobreza presente en un país.

Es decir, se incide en la necesidad de apostar por un mejor acompañamiento a las personas beneficiarias, dejando atrás un sistema basado en el mero asistencialismo para pasar a un modelo que realmente ayuda a las personas a salir de la situación vulnerable en la que se encuentran.

Desde Coometas nos congratulamos de que estos órganos colegiados tengan esta visión, ya que es la máxima de nuestra propuesta de valor: a través de nuestra tecnología y varias funcionalidades, buscamos que los técnicos sociales se liberen de tiempo en tareas burocráticas y tediosas para poder responder así a las necesidades de cada beneficiario durante un periodo de crisis en sus vidas (y nunca con afán de perpetuidad), facilitándoles el acceso a bienes de primera necesidad. Esto les permitiría  centrarse en lo realmente importante que es ayudarles a salir de su situación complicada con programas formativos y de reinclusión laboral.

Tercer argumento: Las ayudas a los beneficiarios

3. Hablando del Sistema Público de Servicios Sociales (SPSS) se viene a decir en el artículo que la competencia la tienen los servicios sociales comunitarios y que estos deberían de contar con un Catálogo de Prestaciones para poder seleccionar las ayudas que se dan a los beneficiarios (debería de haberse implementado en 2018, y aún nada…). Así creemos que debería de ser, siendo Coometas por tanto una solución potencial del Catálogo cuando hiciera falta.

El problema a día de hoy es que no hay una base común de conocimiento y buenas prácticas, lo que dificulta la optimización de los proyectos. Mencionan una ayuda típica en la acción social, que son las transferencias de dinero a los beneficiarios. Desde Coometas pensamos que las ayudas monetarias están en parte bien (dan mayor libertad de uso a los beneficiarios) pero también conllevan una falta de trazabilidad que es fundamental para medir el retorno sobre la ayuda dada.

Cuarto argumento: El origen de las tarjetas monedero

Cuarto, en cuanto a las “TARJETAS MONEDERO” se dice que “esto es aprobado por la propia Unión Europea, los países miembros, y en el caso de nuestro país, por la comunidades autónomas”, por recalcar una vez más que este modelo viene de Europa y no es un invento del Gobierno Central. En ese mismo artículo se explica con buen criterio que debido al carácter urgente de tener que empezar a ejecutar el Programa Básico FSE+ en abril 2024 se ha decidido asignar a dedo la ejecución a Cruz Roja Española. Hasta aquí, nada raro. Se exponen las cosas tal y como son.

Conclusiones finales

En el punto 4 del artículo, se habla de “OTRO MODELO ES POSIBLE” y aquí es donde se enumeran una serie de reivindicaciones:

  • Lo primero que se dice es que el Consejo General del Trabajo Social “viene denunciando desde el 2014 el programa FEAD, un programa que ha contado con una inversión 17 veces superior a los destinados al Plan Concertado de Prestaciones Básicas”. Es decir, este artículo no va en contra de las tarjetas monedero, sino del propio FEAD (Fondo Europeo de Ayuda a las Personas Desfavorecidas), ya que lo que quieren los servicios sociales de las CCAA es gestionar directamente los fondos, más allá de ser “organismos intermedios de ejecución”; o, dicho de otro modo, dicen que los servicios sociales son los que están sobre el terreno y conocen de primera mano la realidad por lo que ellos deberían ser los competentes para asignar los criterios a cómo ha de gastarse el dinero. El problema aquí es que se trata de fondos europeos y, por tanto, han de responder a los criterios de Europa, y Europa ha preconizado este cambio de modelo.
  • El artículo critica que en todo este tiempo no haya sido posible llegar a un mejor acuerdo Gobierno-CCAA para gestionar esto, y que en el último minuto se haya tenido que recurrir a Cruz Roja Española. Esto es CIERTO, pero aquí es donde se ve que no ha imperado el bien común sino los intereses partidistas entre las diferentes administraciones.
  • El marco de gestión no está claro, no se sabe bien quién asume qué competencias. Aparentemente CIERTO y fruto nuevamente de no llegar a un entendimiento entre administraciones.
  • El articulo dice otra cosa muy CIERTA, “El punto 4 de la Resolución, concreta las bases comunes generales, estableciendo que las prioridades de inversión atenderán a “Los grupos de personas y familias en situación de privación material, destinatarios/as del Programa, siendo las comunidades autónomas quienes establecerán las prioridades. La Resolución sí delimita los grupos potencialmente destinatarios, no limitándose a familias con hijos o hijas a cargo. Por tanto, no se entiende que el Real-Decreto excluya a parte de la población destinataria”. Esto desmonta otros argumentos en otras noticias que hemos leído acerca de que este modelo deja fuera a mucha gente que antes venía siendo atendida. Lo que se cambia es que se asigna una priorización de destinatarios, pero no se excluye a grupos en concreto. Si en un territorio no hubiera familias con menores a cargo, la ayuda tendría que destinarse a otras personas.
  • Las dudas llegan al propio contenido de los productos de la tarjeta, a quien los suministrará, o a la singularidad de los entornos rurales con menos accesibilidad a establecimientos comerciales que pudieran ser los suministradores”. MUY CIERTO, esto ha quedado muy difuso y no están bien definidos los aspectos más técnicos y de ejecución del Programa con estas tarjetas. Aquí es donde desde Coometas echamos en falta una mayor preparación, coordinación con todas las partes involucradas, inclusive empresas innovadoras, para hacer grupos de trabajo que permitan responder bien a las necesidades y retos de este nuevo modelo. Esto no se ha hecho, o se ha hecho mal, lo que lleva a no estar bien preparados para ejecutar este programa. Donde nos sumamos nosotros a este artículo definitivamente es en eso: es necesaria una mejor coordinación con todos, y que no sea solo una cosa o batalla entre administraciones sino que también se incluya a las soluciones técnicas, que al final son las que van a servir de herramienta de gestión.
  • El artículo lo que quiere defender y concluir es que la competencia absoluta la deben de tener las CCAA (en términos de asignar los criterios de cómo se va a gastar el dinero), y por eso no quieren imposiciones de tarjetas u otros modelos, lo que quieren es que se implemente una RENTA BÁSICA UNIVERSAL, es decir que la gente reciba directamente una cantidad determinada de dinero en su cuenta bancaria y que sean los servicios sociales los que acompañen. Con respecto a esto, en realidad no se trata de estar de acuerdo o no; es otro tema o debate aparte. Creemos que ofrecer una renta básica universal a toda la población no es realista, pero entendemos que el artículo se refiere a los colectivos desfavorecidos y, en caso de ser así, esto tendría una gran dificultad de gestión y control para garantizar que el dinero se gasta en lo que se tiene que gastar y lo que pide Bruselas, que es en alimentación y bienes de primera necesidad. Ojalá la solución pudiera ser esa, pero los fondos son limitados, y por tanto hay que asegurar que se destinan para lo que se tiene que destinar.

SÍ a las tarjetas monedero

Es decir, la posición de Coometas es SÍ a un modelo de tarjetas y bonos que aportan más autonomía a la vez que permiten el control y seguimiento de los beneficiarios (algo que el propio artículo defiende bien).

Y hasta aquí nuestro análisis más en profundidad sobre la polémica de las tarjetas monedero de las últimas semanas, basándonos en el artículo: https://www.tsdifusion.es/las-tarjetas-monederos-cambio-de-modelo-o-perpetuacion-de-las-colas-del-hambre. Agradecemos a los colegios su aportación, siendo esta de gran utilidad aunque a nuestro parecer podría haber contado con un titular más apropiado.

 

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