El Gabriel de hace 20 años jamás habría dicho que hoy, después de pasar por la Escuela de Caminos, Canales y Puertos y de haber vivido en diferentes países, iba a estar al frente de una empresa digital como Coometas que busca transformar el Tercer Sector. La vida es larga y te da muchas sorpresas, que dirían por ahí.
Gabriel no fue un alumno de primera fila, como dice él mismo, fue “un alumno del montón“. Ahora bien, contaba con su carácter inquieto y extrovertido para destacar a su manera y con su tesón para conseguir todo aquello que se proponía, trabajando en ello. “De hecho, a los 8 años mis padres me cambiaron de colegio ya que entre otros factores todavía no nos habían enseñado a leer ni escribir, y tuve que pasar de estar a nivel de aprendizaje a años luz de mis nuevos compañeros de clase a ponerme a su nivel en unos pocos meses. Más tarde en el Bachillerato algunos profesores no me querían dejar cursar Ciencias por no estar según ellos al nivel mínimo, y finalmente no sólo pude sacar esa rama, sino que accedí a estudiar Ingeniería de Caminos, por aquel entonces una de las carreras más difíciles”, cuenta Gabriel.
“Ingeniería de Caminos”, el antes y el después en la vida de Gabriel
Salió del colegio sin tener nada claro hacia dónde tirar, pero le gustaban los rascacielos, así que entró en Ingeniería de Caminos en la UPM: “Caminos ha sido para mí un antes y un después en mi desarrollo personal y profesional. La larga experiencia vivida en esos 6 años de carrera me ha servido tremendamente para todo lo que ha venido después, ya sea trabajando por cuenta ajena como emprendiendo mi propio proyecto empresarial”.
A pesar de haber acertado de pleno con la carrera que más le gustaba, no todo fue un camino de rosas, dice Gabriel: “En la carrera sólo aprobé dos asignaturas de cinco el primer año (y jugándomela en la última convocatoria de septiembre), y por aquel entonces sacar la carrera adelante lo veía igual de complicado como escalar el Everest, pero al final también lo conseguí, después de mucho esfuerzo, eso sí”. Así que si algo define a este emprendedor social es su capacidad de esfuerzo y de luchar por sus sueños.
Una vida bastante internacional
“Tengo la suerte de haber nacido en una familia mitad española y mitad francesa, lo que me ha permitido impregnarme desde pequeño de dos idiomas y culturas y, en definitiva, obtener dos experiencias de vida” y continúa, “aunque he vivido la mayor parte de mi tiempo en Madrid, sí que estuve tres años en Francia, en la que fue mi primera experiencia laboral como Project Manager y analista de datos en grandes obras de ingeniería. En ese tiempo, lejos de mi familia, empecé a ser consciente de cosas que sucedíann en el mundo y de cuestionarme qué rol quería desempeñar yo en él”. Este pensamiento fue el germen de Coometas y lo que le hizo volver a España en el año 2017 para emprender e intentar generar un impacto positivo en la sociedad.
Además, durante su etapa universitaria, Gabriel pasó varias temporadas en Seattle. “Aún a día de hoy sigo en contacto con una de mis profesoras de aquel entonces, que me da clases de conversación de inglés los domingos, ¡el otro día miré cuándo empecé a registrar mis notas y llevamos ya 5 años!”.
De cómo empezó su emprendimiento social
“En 2017, aún estando en Francia, leo un artículo de prensa que habla del desperdicio de alimentos y que dice que uno de cada tres alimentos que se producen en el mundo se desperdician. La cifra me impactó tantísimo que a partir de ahí se fue madurando en mi cabeza “algo” y, con el tiempo, me di cuenta de que la tecnología podría ayudar a resolver ese problema y que yo podría formar parte de la solución”, recuerda. Así fue cómo Gabriel encontró su propósito en la vida y lo que motivó su vuelta a Madrid.
Como su idea ya iba tomando forma en su cabeza pero le faltaba la formación adecuada, se puso a estudiar gestión administrativa y financiera para luego acceder a un programa de incubación de la EOI. “La principal cosa que aprendí al terminar el proceso de incubación de la EOI fue que yo solo no podría sacar adelante el proyecto y que tenía que encontrar un equipo”.
Gabriel se puso manos a la obra y empezó a contactar a proyectos que encajaran con su idea empresarial de luchar contra el desperdicio alimentario. “Uno de ellos era Nice to eat you, con sede en Zaragoza y cuyos fundadores emprendedores eran entre otros Enrique de Miguel y Adrián Espinosa. Nice to eat you había hecho una buena labor de marca, mientras que yo aportaba una visión más de negocio, con un primer mvp listo para usarse y unos primeros comercios colaboradores. El match era bastante claro y así es como empezamos a caminar juntos a mediados de 2018. Por suerte la cosa salió bien y aquí seguimos 6 años después, creo que eso dice algo del equipo que somos”, dice sonriendo. Juntos crearon Encantado de Comerte, que recientemente se acaba de transformar en Coometas.
De Encantado de Comerte a Coometas
“Desde el principio, tanto Kike como Adrián y yo teníamos muy claro que, además de ayudar a que se salven alimentos excedentes con tecnología, también queríamos hacer posible que las personas que más lo necesitan pudieran acceder a los alimentos de nuestra app, y así es como empezamos a contactar e interactuar con las entidades sociales”.
Lo primero que hicieron fue empezar a entrevistarse con diferentes agentes del Tercer Sector para poder comprender la problemática. Así fueron calando y validando una solución que fuera útil para solucionarla. “Ha sido un proceso muy progresivo y lento, ya que por aquel entonces (2018) no existía absolutamente ningún modelo similar en el que poder basarnos (todo lo contrario que con el modelo de salvar alimentos, que lanzamos con mucho aprendizaje de otros modelos previos que ya existían). Al final, lo que hemos hecho ha sido adaptar el modelo de digitalización de la ayuda alimentaria a la operativa que ya sabíamos que funcionaba bien de nuestra app de salvar alimentos, y la verdad que de esta fusión ha salido un modelo súper único y funcional”.
Antes de Encantado de Comerte fue Nice to eat you!, así que se puede decir que realmente el proyecto surgió con Nice to eat you y el cambio a Encantado de Comertese llevó a cabo por dos motivos principales: 1) No pudieron finalmente registrar la marca y 2) la mayoría de los comerciantes tenían dificultades para entender Nice to eat you, pero cuando les decían “los de Encantado de Comerte” resultaba más fácil. “Así que para no complicarnos mucho más, en ese momento optamos por hacer una mera traducción y adaptación al castellano de Nice to eat you”, recuerda Gabriel.
En aquel momento su foco estaba puesto prácticamente entero en escalar el modelo B2C de salvar alimentos, por lo que la marca de Encantado de Comerte representaba bastante bien nuestra realidad. “El resto del tiempo, digamos que un 30%, lo dedicamos a ir desarrollando el modelo B2B2C de digitalización de la ayuda alimentaria y, en mayo 2022, cuando no fuimos capaces de traccionar más el B2C, fue cuando pasamos a dedicarle el 90% de nuestro tiempo a la ayuda alimentaria. Sin duda ese momento fue crítico pero acabó siendo una revelación para la compañía al conseguir un desarrollo mucho mayor, podemos decir que encontramos una buena parte de validación de PMF (Product Market Fit). Hemos estado casi dos años trabajando en la digitalización de la ayuda alimentaria con una imagen de marca que ya no representaba nuestra realidad, y de ahí nuestro último cambio a Coometas”.
Presentamos el artículo completo sobre la transición de Encantado de Comerte a Coometas, un cambio orientado a potenciar el impacto en el Tercer Sector a través de la digitalización. https://coometas.com/adios-encantado-de-comerte-hola-coometas/
El futuro de Coometas
El futuro de Coometas no puede ser más emocionante. Ya está validado que entidades referentes del Tercer Sector de Acción Social valoran muy positivamente la solución que ofrecen Gabriel, Kike y Adrián y ahora les queda desplegarla en muchos más territorios; “se dice rápido pero su ejecución no es ni mucho menos tan sencilla“, dice Gabriel. “Desde junio estamos inmersos en la comercialización a tope llegando al máximo número de entidades. El ciclo de ventas no es rápido, ya que somos conscientes que estamos aportando mucha disrupción y frente a eso las entidades necesitan de su tiempo para cambiar y adaptar sus procesos. Por suerte, nos acompaña un buen timing, ya que el sector está inmerso en un momento de cambio promovido por la Comisión Europea para pasar de entregar ayudas de alimentos en especie a tarjetas monedero y vales electrónicos, por lo que se ha generado una oportunidad de mercado para la tecnología”. Hay que tener en cuenta que sólo en España estamos hablando de más de 5.000 entidades sociales que entregan ayuda de primera necesidad con un presupuesto estimado de unos 1.000 M€ para ayudar a unos 5 M de personas “¡Imagínate el papel que podemos jugar desde Coometas!”.
“Nuestra visión en una siguiente fase pasa por implementar nuevos bienes y servicios además de alimentos, como podrían ser productos de parafarmacia, ropa, material escolar o servicios de psicología. Y no nos olvidamos que el objetivo principal de la mayoría de las personas atendidas por una entidad social es poder tener una reinclusión socio-laboral, por lo que en 5 años veo a Coometas como la solución integral de referencia en entidades de todo el mundo que les permita a golpe de click acompañar más y mejor a sus beneficiarios, incluyendo el objetivo último y principal de su reinclusión en la sociedad“, concluye Gabriel.
Errores iniciales y aprendizajes del emprendimiento
“Va a parecer algo atrevida mi respuesta pero sinceramente, esto es una pregunta que me he hecho varias veces y no termino de ver errores claros (por supuesto que ha habido errores pero si no los recuerdo supongo que no serían relevantes), dice Gabriel. Pero es verdad que cuando empezó el camino del emprendimiento social tenía muy claro que partía de cero y que tenía que ser muy cauto a la hora de ir dando pasos adelante. “Si hay algo que me ha enseñado mi querida carrera de Caminos, es que no puedes nunca fiarte al 100% de todo, y que todo merece ser revisado varias veces. Esa mentalidad tan ingenieril (que tiene que ser así porque imagínate que no revisas unos cálculos estructurales y al final el edificio se te cae), y probablemente exagerada en muchos aspectos de la vida, creo que es una buena virtud en el caso específico de emprender de cero ya que reduce mucho el riesgo de cometer errores garrafales que puedan tirar el proyecto abajo. Claro, eso a cambio de que nuestro desarrollo en los primeros años fuera algo lento. Viéndolo ahora, sé que quizás hubiese podido agilizar algo más ciertas etapas, aunque claro eso es fácil decirlo una vez ya ha pasado. No me atrevo a decir que se pudiera haber hecho muy diferente porque hemos conseguido llegar hasta aquí y eso no es poco”.
Uno de los aprendizajes que se lleva (por ahora) Gabriel de esta aventura empresarial es que el mercado está lejos de ser un entorno amigable y es más bien una jungla. También ha aprendido que la predisposición y postura que se tienen en el ámbito personal no tienen por qué ser aplicables al mundo laboral. “En otras palabras, que no se puede ir todo el rato de buenas con todo y con todo el mundo, porque al final el mercado te va a comer. O inversamente, no se puede actuar y responder tan emocionalmente ante situaciones complejas como uno podría hacerlo en un ámbito más personal. Esto a lo que lleva es que, con la experiencia, acabas adquiriendo un especie de sexto sentido que te permite adaptar tu comportamiento en función de la situación y de la persona que tienes enfrente”.
Cómo emprender ha hecho avanzar a los socios de Coometas
“Kike y yo somos realmente personas muy diferentes. Kike es una persona mucho más chill, se maneja muy bien a nivel de comunicación y de relaciones personales. Comparado con Kike yo soy una persona más seria y cuadriculada, muy de tomar decisiones basadas en lo funcional más que en lo emocional. Al principio esta gran diferencia de personalidades generaba tensiones, pero por suerte siempre hubo una base fundamental en la relación entre ambos: 1) la implicación en el proyecto; 2) el que no tuviéramos ninguno de los dos un mal fondo (esto puede parecer obvio pero he visto muchos proyectos caerse por lanzarse los socios cuchillos). El saber que Kike es una buena persona, independientemente de nuestras diferencias, siempre me ha aportado tranquilidad, y eso ha hecho que relativamente pronto se generara un entorno de confianza mutuo fundamental para trabajar juntos. A partir de ahí, creo que la clave del éxito de llegar juntos hasta aquí es la complementariedad y el habernos fijado el uno en el otro para justamente mejorar en lo que sabemos que cada uno aporta y puede hacer mejorar al otro. Hoy Kike sigue siendo un tío chill pero sabe mucho mejor cuando hay que apretar, y yo he aprendido a ser más laxo en determinados momentos y relativizar sobre lo que realmente tiene importancia o no“, analiza Gabriel.
El equilibrio entre la vida personal y la profesional cuando se emprende
“¡Esto sí que es abrir un buen melón!“, se ríe Gabriel. “Para mí una de las grandes dificultades del emprendimiento es ser capaz de desconectar de verdad con la súper carga mental a la que te sometes 24/7. Y por desconectar de verdad no me refiero únicamente a cerrar el ordenador a partir de una cierta hora (eso digamos que es un primer paso), sino a ser capaz de no seguir dándole vueltas a todas las cosas que tienes que hacer mientras estás con tu familia, haces deporte o vas de cervezas con tus amigos. Al final, si lo piensas, cuando empiezas de cero y eres el único creador del proyecto, absolutamente todo recae en ti, es muy lógico e inevitable que no se dé esa situación tan exigente”. A medida que el proyecto avanza y se va creando un equipo, las tareas se diluyen y es más fácil descargarse de un cierto peso, “pero también el grado de responsabilidad aumenta así que nunca terminas de estar del todo libre de carga mental“.
“A partir de emprender, empecé a saber lo que es pasar muchas horas por la noche en vela sin poder volver a dormir porque la cabeza me explota con ideas y cosas a hacer“. Gabriel recomienda mucho encontrar vías de escape (deporte u otros ejercicios como la meditación) y, como primer paso fundamental, establecer horarios para ser capaz de dedicar el tiempo suficiente a tu familia, amigos o aficiones. “Desde que nació mi peque Luna, hace dos años, me obligué a encontrar un mayor equilibrio personal/laboral y la verdad que puedo afirmar que la empresa se ha podido seguir desarrollando a buen ritmo aunque ya no haga jornadas de 60 horas semanales”.
Los consejos de Gabriel para cualquier emprendedor
- Emprender no es para todos, ni para cualquier situación. Antes de lanzarte pregúntate realmente si estás en el momento adecuado para hacerlo (colchón económico, apoyo familiar, etc).
- Fórmate un mínimo en gestión empresarial antes de arrancar.
- Regula la relación con tus socios en un pacto de socios.
- Optimiza lo mejor posible tu PMV (cuanto más rápido y sencillo sea tu primera versión mejor)
- SAL A VENDER CUANTO ANTES.
- El foco es el desarrollo de negocio, todo lo que no tenga relación directa con ello es distracción (ojo, a veces las distracciones son buenas para salir de la rutina).
- Para no perder el foco, anota diariamente tus cosas a hacer y asigna prioridades. Cuando caigas en el inevitable multitarea, acude a la lista para volver a encontrar el foco.
- Encuentra un equilibrio entre tu vida laboral y personal.
Gabriel volvería a ser emprendedor social en su próxima vida
Gabriel tiene muy claro qué es lo mejor y lo peor que se lleva de Coometas, pero sin duda repetiría la aventura.
“Lo peor que me llevo de estos años es: la dificultad para desconectar, la soledad en los momentos más delicados, pulirme mis ahorros y no tener aún un salario de mercado, el sentimiento constante de incertidumbre y riesgo, el tener que tomar decisiones cuando ninguna es una buena decisión… pero ha tenido también cosas muy buenas como la plena realización con lo que hago, la ilusión por que Coometas marque un antes y un después en el acompañamiento a personas en situación complicada, el crecimiento personal y profesional y, por supuesto, las personas que he conocido en el camino, ya sean buenas o menos buenas. Siempre se sacan cosas de todas ellas”.
“Sin duda, de todos estos años, me llevo muchas cosas pero si hay que destacar una por encima de todas: Me quedo con el sentimiento de plenitud y autorealización con lo que hago. El crear algo de cero y verlo crecer con el convencimiento de que tu solución está resolviendo un problema social e incluso puede llegar a cambiar un paradigma global es un sentimiento de plenitud que no tiene precio, y que equilibra todos los momentos complicados que uno se encuentra por el camino. Sin duda, es la gasolina que hace que cada mañana me levante con una sonrisa para ir a la oficina. En ese sentido me considero una persona muy afortunada porque soy consciente que no todo el mundo es feliz con lo que hace 8 horas al día durante 40 años”.